miércoles, 12 de diciembre de 2007

In-condicionales des-géneros



Si sos conformista, aburrida. Si sos una disconforme, una mal atendida.

Si te negás, una histérica. Si aceptás, una puta.

Si amás, una sentimentaloide. Si no amás, una mala mina.

Si pedis explicaciones, una complicada. Si sos indiferente, desconcertante.

Si sos madre, es lo que te realiza como mujer. Si no lo sos, no tenés corazón.

En fin, parece que las mujeres sabemos ir y venir. Aunque no todas tenemos la misma suerte.



El uso de la palabra inquebrantable, no es suficiente y que nos cueste más, no es azaroso.


Que el tema género no sea una moda barata que tal vez no dure ni 4 años.


Me di cuenta de que ha pasado mucho tiempo de mi vida, ¿ahora que voy a hacer?


¿Esperar a que las cosas cambien algún día?



viernes, 9 de noviembre de 2007

Hilos


Si todo lo que nos paraliza es producido a partir del miedo, y si según Freud, debemos encontrar la raíz del problema para que, al ser conscientes de ello, podamos encontrar la solución y salir adelante, entonces, ahora solo nos falta saber dónde está la raíz del miedo para arrancarlo de cuajo y no se convierta en un baobab.

Si lo que acabo de decir suena muy utópico significa que hasta ahora en todos los años de su existencia, el ser humano no ha sido capaz de encontrar esa raíz, o peor aún, al conocer dónde se halla elija, sin medir consecuencias, no develar dónde se encuentra para, tal vez, obtener otro fin. Eso sí, ése, seguro, no tiene miedo.

-Déjamelo pensar- me contestó.

Entonces, reflexioné : Si no tuviera miedo no se aseguraría que los demás tengan miedo para poder operar sobre el miedo ajeno.

-¿ Entonces?

El tambien tiene miedo, pero de que tu miedo desaparezca.






viernes, 21 de septiembre de 2007

Manifiesto subjetivo sobre la subjetividad


Me entristece que pienses que soy alguien que no quiero que veas. O que pienses que soy lo que soy a partir de lo que ves, que me mires mal por eso, que te cierres. Y lo peor de todo, que no me des la oportunidad de demostrarte lo contrario. Tal vez, me duela más pensar que, alguna vez, imaginé que, podía compartir mi bagaje histórico, del contexto que me forma y, consecuentemente, quien soy hoy. Para luego descubrir el tuyo y ser felices inundados de diferencias.

Propongo pisotear el albergue que estereotipa mi persona, ponerle una bomba al mito de los ojos claros, derrumbar la jerarquización de las personas solo por que lo veas diferente a vos.

Nótese el sentido reversible de la significación de mis palabras que se re-significan, si se ve de ambos lados.

No importa si soy hombre o mujer, joven o de avanzada edad, de test morena o blanca, de ojos claros o marrones, de Belgrano R o Ciudadela, de Buenos Aires o de otra provincia, de terreno baldío o de balcón francés de un departamento contrafrente, de mate o de café, de Boca o de River, de pastas o asadito, o simplemente vegetales, de vestimenta formal o de Jean y zapatillas, con un buen laburo o sin laburo, con muchos amigos o pocos.

Solo quiero formar parte de tu vida y vos de la mía y, así, transformar y construir, de una vez por todas, esta impronta de que se puede ser feliz en la realidad en la que vivimos. ¿Te sumas?

martes, 10 de julio de 2007

A modo de cierre



“La ultima vez que nos vimos éramos primos, la próxima vez tal vez seamos extraños”

Era verano del 45, tenía 28 años y había mucha gente en la plaza. Hacia realmente mucho calor. Parecía que había vientos de cambio pero lo cierto es que los temas de fondo siempre quedaron inconclusos, hasta el día de hoy. Sin embargo, ¡Qué lindo es saber que uno es parte de un proceso histórico! En los libros de historia no leo mi nombre pero sé exactamente en qué lugar estaba parada en aquella famosa foto.

Ese mismo día, me despedía de mi primo. Nadie sabía que se iba, solo yo. Habíamos estado hablando de eso durante mucho tiempo, madurándolo, y lo cierto es que era conveniente para él, aunque me negaba a convencerme. Era soltero en aquella época y no le costaría tanto pasar por circunstancias que ni él mismo se imaginaba que iba a sucederle, porque su deseo era mucho más fuerte.

Lo acompañé hasta Ezeiza, para que tomara su avión a destino. Me sentía muy fuerte al lado de él porque, además de haber crecido juntos, era un gran compañero. Yo no tuve hermanos varones mayores que yo, así que lo había tomado a él como reemplazo de esa carencia.

Una vez allí, me tomó de la mano y me dijo:

-Rebecca: es hora de aplaudir. Y aplaudió.

No entendí bien lo que me quiso decir, pero no quise preguntarle. Èl tenia esa manía de decirme este tipo de cosas que luego solo se descifraría. Y lo cierto es que me encantaba descifrarlo.

Así partió.

Por mucho tiempo no dejé de pensar en ese momento, en esa imagen de él en el aeropuerto, aplaudiendo. ¿Qué habría querido decir? Me encantaba sacar conclusiones y anotarlas en mi cuaderno de manera que, cada vez que releía encontraba un nuevo significado. Y a su vez, lo resignificaba. A medida que iba pasando el tiempo parecía convertirse en un personaje de alguna historia que me habrían contado de chica, hasta el punto en que su cara era otra y era distinta cada vez.

Luego de 35 años, en pleno Corrientes y Callao de aquella nefasta época verde falconeada, me crucé con un jóven que vendía no sé qué cosa en la calle y cuando pase por su lado me dijo:

-Señora: no hay otra alternativa, tenemos que aplaudir para que se vayan los miedos. No hay cosa más horrenda que el silencio porque esconde más de lo que se puede decir.

Y justo en ese momento, finalmente, comprendí.

Adiós.

miércoles, 20 de junio de 2007

Atencion Bernarda!



134.- Catequista o Persona Religiosa para Venta
Se busca Catequista o persona relacionada de alguna forma con parroquias donde deberá ofrecer Servicio de Foto y Video a grupo de padres principalmente.
Localidad: Indistinta - Capital Federal
Fecha: 12 de junio de 2007
Más detalles en:pulse aquí ...]
http://www.computrabajo.com.ar/bt-ofrd-adenevi-6156.htm [

lunes, 4 de junio de 2007

Un Placer Mendocino

La elipsis elíptica


Encontré fotos viejas ayer. Viejas, de hace mucho tiempo, de años. El papel fotográfico aun se conserva en buen estado pero esa que esta ahí, ya no soy yo y, sin embargo, me reconozco. También reconocí paisajes, olores, y sensaciones. Tenía apenas 18 años y todo un mundo por descubrir. En esa etapa me encontraba encontrándome, constantemente. Lo raro es que me ubiqué, al pasar. Me descubrí en mi entorno, en otros. Eso fue increíble. Sí, creo que ese viaje fue un antes y un después, como una línea divisoria para comprender hacia dónde quería empezar a ir, mi punto de partida. Claro que, luego hay abatares imprevistos que modifican un poco lo esperado del camino pero, como a mí la rutina me agobia, disfruté de ello.

Pienso que, existe mucha gente que pasa por la vida de uno como si nada, de repente aparece un sentimiento como si haría años que la conocerías y luego, cada uno elige sin permiso seguir por otro lado. Es aquí donde afirmo la teoría de la finitud, de Fina (¿Redundante? Van a ver que no). Cuando uno toma consciencia de que nada es para siempre, incluso las relaciones humanas, pero verdadera consciencia, es decir, tomarlo como algo axiomático, inevitable, pero sin culpas ni nostalgias, automáticamente surge un sentimiento de aprovechar al máximo a quienes te rodean. A intentar descubrir cuál es la esencia neta del otro, como néctar para, tal vez egoístamente, aprehenderla. Estoy convencida de que no hay ser en esta Tierra de la cual no podamos aprender absolutamente nada. Y, como tal, vamos formándonos unos a otros y tomando posta de aquel entrecruzamiento en la vida con el otro. De allí, mi lema: De toda experiencia se aprende y se construye. Y ahora me pregunto: ¿En cuántas cosas habrás influido en mí? Por que, al fin y al cabo, ya perdí consciencia de ello.

sábado, 19 de mayo de 2007

No sabes la contractura que tengo!


Hola, soy Fina. Rebecca me invitó a que, cada tanto, escriba algunas líneas. Me pareció ideal porque siempre quise hacer eso. Desde chica, que intento hacer fuerza para grabar en mi cabeza alguna cosa que pasa, aunque cotidiana, para contar. Lo cierto es que, a veces, la memoria me falla. Y más ahora, a esta edad. Pero veo que la Rebe tiene esta idea de traer a este maravilloso espacio las sensaciones que tuvo a lo largo de su vida y me sumo a eso, plenamente. No así, mi hija que no apoya mucho la idea de que diga "todo", piensa que la voy a comprometer con algo jaja, que divertida que es. Mi vida fue más allá del nacimiento de mis hijos. Aunque importante, no dejé de ser una mujer, de ser persona, con todo lo que eso implica. Digo, la maternidad no acaba con la mujer, chicas. Además, ayuda a darte cuenta todas las cagadas que te mandaste en el papel de hija. Como siempre digo, de toda experiencia se aprende y se construye. Ahi nos ven en la foto, nunca salgo favorecida. Soy seria igual, pero internamente me divierto muchísimo. Me rio de los demás, de las circunstancias de "mala suerte" y, especialmente, de mí...

Camino por Av. Santa Fe al 2300 y me refugio debajo de un techo para no mojarme tanto. Pienso cientos de veces en la posibilidad de tomarme un taxi de Paraná, pero por más que ahora tenga el dinero, sé que lo necesitaré más adelante para otra cosa, tal vez, más importante. Así que, veo venir el 60 y salgo corriendo debajo de la parada para estirar el brazo y rogar que frene, porque los días así van lleno de gente y, a veces, no paran. Pero esta vez tuve suerte, me paró. Me subo.

-Ochenta por favor.

-Hasta dónde va, señora?

-Hasta Barrancas de Belgrano, le digo segura.

-Ah no, desde acá es uno veinticinco.

Me maldigo por dentro por ser honesta, tengo las monedas contadas, y pienso que, de todas maneras, cuando me siente averiguaré dónde cambia la sección, así, el próximo viaje saco de $0.75, o a lo sumo de 1 peso y, si me pregunta, voy a saber decirle o mentirle, como hacía en el secundario con el legendario 174 Humboldt. En fin, intento una vez más:

-Pero estoy yendo a Capital, ¿no sale ochenta?

El chofer me mira indignado por el espejo porque piensa en que quiero sobrepasarlo y me dice secamente:

-De acá es uno veinticinco.

Rápidamente, toca el teclado que tiene a su derecha y se escucha el ruido de la máquina que marca efectivamente eso, esperando a que las monedas ingresen. Entonces pienso: bueno, ahora saco lo que me pide y después cambio para la vuelta, pero no sé si llego ahora con las monedas. Mientras, desespero buscando en los bolsillos, sigo escuchando el ruidito de la máquina que espera: trak trak trak . Segunda parada, sube más gente. También esperan impacientes a que haga lo que me pide esa maldita máquina. Encuentro moneditas de a $ 0.10 y llego a pagar justo el boleto. La gente sopla como molestos porque solo piensan en que quieren llegar a su casa y, por lo tanto, no esperar más para hacer lo mismo: Obedecer lo que quiere esa máquina. El chofer vuelve a mirarme por el espejo indignado, se pone nervioso, acelera y frena bruscamente. Se me cae una moneda al suelo y rueda. No la veo, y rezo por encontrarla porque percibo que están al borde de decirme algo. La chica que estaba sentada en el primer asiento la encontró y me la dio. Con un gran suspiro de alivio le agradecí con una cálida sonrisa e introduje la moneda. Pasó de largo y, para colmo de males, se superó el tiempo para hacer lo que te pide, que parece sencillo, ¿verdad? "Cancelación", dice la pantallita y el chofer volvió a marcar.

-Pongalas otra vez, dice con un tono poco amistoso.

Así es como empiezan a caer todas las monedas juntas y espero a que terminen de caer, no sea cosa que se me caigan al suelo otra vez. Tercer parada, sube más gente. Entonces, los que ya estaban esperando me empiezan a apurar. Tengo mucho calor y lo único que quiero es que me de ese maldito boleto. Meto de a una las monedas, porque por experiencias anteriores sé que, si las metes todas juntas, lo más probable es que no te las acepte, y pasen de largo. Aun así, una moneda de $0.10 vuelve a caer y sospecho que era la misma que la vez anterior. En ese momento, recuerdo un truquito: la raspo contra la maquina y la meto en esa boca horrenda que no deja de hacer ese ruido trak trak trak, esperando a que ejecute. La aceptó y cayó el boleto. Vuelvo a suspirar de alivio. Lo logré. Pude despersonalizar a la máquina, al menos, hasta el próximo viaje. Porque, a decir verdad, es feo ser consciente de que fue ella la que me cosificó.

lunes, 14 de mayo de 2007

Al confesionario


Creo que ha llegado el momento de decisiones y eso me angustia bastante. Sí, creo que es hora de que lo admita. Llegué hasta acá, y ahora quisiera empezar a construir todo otra vez. Pero esta vez, haciendo cosas que realmente me gustan, sin importarme lo que piensen los demás. Sí, me gustaría vivir del arte, vecina! Me imagino echada arriba de un sillón doble, verde, medio gastado, pensando en cuál sera la próxima foto que voy a sacar. Buscando caras para modelar. Despreocupada del tiempo. Nadie me apura, es para mí lo que hago. Tengo tiempo libre y lo uso mucho. Ya no es tan libre igual. Sin embargo, sé que de ésta manera soy más feliz que siguiendo por el sendero que me marca la señora sociedad. Estudiar, recibirte, tener tu auto, tu casa, enamorarte, ser fiel, casarte, tener hijos, hacer de madre, esposa, ama de casa (Dios mío, cocinar!) me aburre saber que es lo que me espera. Me gusta más no creer en el destino. Porque además, ese destino cuesta mucho conseguirlo. ¿Y qué si lo dejo todo? ¿Quién me castigaría por eso? No quiero volver y eso está claro. ¿Cómo quedarme acá pero sin ir a San Isidro todos los días? ¿Cómo lo consigo?. Busco todos los días algo, una pista para que se me encienda la lamparita, pero nada. Sigo en la búsqueda. Me causa gracia cuando lo cuento porque observo las caras que, sin querer, me responden. Y me miran como diciendo: ¡Uy, flaca estás hasta las manos!. ¿Lo hablaste con Lidia? Es la pregunta obligada y la verdad es que la tengo harta con eso. No. No soy judía. Basta con eso. ¿Cuál es la necesidad de estar remarcandolo todo el tiempo?. Yo no ando diciendo por ahí, a cada uno que conozco, yo soy católica pero ya no lo practico. Ni como está compuesta mi familia, ni si ellos son católicos, o si mi mamá o mi papá lo son, como para legitimar. ¿Es necesario remarcarlo tanto? No necesito una religión para tener identidad. Prefiero ser solo una crota que viaja en busca de sí misma.

Una de las tantas mañanas


Bocinazos. El semáforo titila en amarillo. La gente cruza rápido entre los autos, se meten por la boca del subte, otros esperan fastidiosos al colectivo que está parado media cuadra atrás por el tráfico. Otros, hacen malabares. Y yo, semi dormida arriba del remis. De todas maneras, no me deja de sorprender, no puedo dejar de observar. La gente no piensa en que puede haber otra posibilidad. Hay que correr, rápido, todo rápido. Y de repente, una poesía. Que te frena y te hace reflexionar acerca de lo que ves, de la opresión de cumplir con los horarios. Pero el horario nunca cumplió conmigo, al contrario, no le debo ningún favor, cada día envejezco más. Lo único placentero es ese olor a medialunas recién hechas. ¡Lo que daría por unos mates calentitos! En cambio, la radio esta encargada de recordarte por dónde debes ir, qué ponerte, en qué pensar. Algún que otro comentario del chofer, que no contesto. Estoy demasiado dormida. Godoy Cruz y Santa fé. 8.30 de la mañana. Me falta tanto para llegar a San Isidro. Otra vez tarde. ¡No llego a tomarme el tren!, pienso.¿Podremos ir un poco más rapido, señor? Gracias.

viernes, 27 de abril de 2007

Iluso

Cuando mi jefe me dijo que me compre una agenda, mire al suelo y me sonrei. No sabe que tambien me voy a olvidar de abrir la agenda.

In-quiet

Cada vez que voy a trabajar, pienso: Si todos los dias se hace el esfuerzo de hacer muchas cosas, sacrificando otras para conseguir algo, ¿Cuál es el saldo?



miércoles, 25 de abril de 2007

Re-lea

Banalidades paganas de un mundo incesante de porquerías anónimas y de un membrillo al azar lo interesante parece efímero ante los ojos ajenos porque no hay retorno alguno de los movimientos demás torturas que la sociedad exige y que cumplo sin dudar circularidades que no frenan conducidos sin mirar nos estrellamos continuamente al dolor es normal el disfrute por el disfrute mismo pequeños destellos de flores que calman el sosiego de lo anómico un cadáver exquisito que se lee sin cesar y el punto esta demás

martes, 24 de abril de 2007

Cómo llegamos hasta acá...

Si la locura hace que las expresiones imprevistas surjan del más recóndito inconsciente, permite que ante la circunstancia de ser conocida mi locura, se enuncie sin barreras y sin prejuicios. Si el antagonismo de la locura es estar sano, entonces mis discursos estarían limitados al sentido común, a lo que marca esta cultura y esta sociedad. Entonces, mi enfermedad es más digna. Soy libre, sin restricciones. Aquellos que dicen estar sanos, en consecuencia, viven su cultura totalmente enmarcados por su contemporaneidad y en su mayor expresión de inconsciencia.