lunes, 14 de mayo de 2007

Al confesionario


Creo que ha llegado el momento de decisiones y eso me angustia bastante. Sí, creo que es hora de que lo admita. Llegué hasta acá, y ahora quisiera empezar a construir todo otra vez. Pero esta vez, haciendo cosas que realmente me gustan, sin importarme lo que piensen los demás. Sí, me gustaría vivir del arte, vecina! Me imagino echada arriba de un sillón doble, verde, medio gastado, pensando en cuál sera la próxima foto que voy a sacar. Buscando caras para modelar. Despreocupada del tiempo. Nadie me apura, es para mí lo que hago. Tengo tiempo libre y lo uso mucho. Ya no es tan libre igual. Sin embargo, sé que de ésta manera soy más feliz que siguiendo por el sendero que me marca la señora sociedad. Estudiar, recibirte, tener tu auto, tu casa, enamorarte, ser fiel, casarte, tener hijos, hacer de madre, esposa, ama de casa (Dios mío, cocinar!) me aburre saber que es lo que me espera. Me gusta más no creer en el destino. Porque además, ese destino cuesta mucho conseguirlo. ¿Y qué si lo dejo todo? ¿Quién me castigaría por eso? No quiero volver y eso está claro. ¿Cómo quedarme acá pero sin ir a San Isidro todos los días? ¿Cómo lo consigo?. Busco todos los días algo, una pista para que se me encienda la lamparita, pero nada. Sigo en la búsqueda. Me causa gracia cuando lo cuento porque observo las caras que, sin querer, me responden. Y me miran como diciendo: ¡Uy, flaca estás hasta las manos!. ¿Lo hablaste con Lidia? Es la pregunta obligada y la verdad es que la tengo harta con eso. No. No soy judía. Basta con eso. ¿Cuál es la necesidad de estar remarcandolo todo el tiempo?. Yo no ando diciendo por ahí, a cada uno que conozco, yo soy católica pero ya no lo practico. Ni como está compuesta mi familia, ni si ellos son católicos, o si mi mamá o mi papá lo son, como para legitimar. ¿Es necesario remarcarlo tanto? No necesito una religión para tener identidad. Prefiero ser solo una crota que viaja en busca de sí misma.

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